Por su punto de fusión elevado, que hace que sean sólidas a temperatura ambiente, y por su insolubilidad en agua las ceras cumplen funciones de protección, aislamiento y lubricación.
En las plantas recubren la superficie de tallos, hojas y frutos, evitando la evaporación excesiva del agua y protegiendo contra los ataques de insectos y parásitos.
En ciertos animales existen glándulas que secretan ceras que ayudan a mantener flexibles, a lubricar y a proteger del agua el pelo, la piel y las plumas (lípidos de la cutícula de insectos, lanolina de las ovejas, lípidos de la glándula uropigial de aves). Las abejas utilizan la cera para construir sus panales. Una función muy particular corresponde a las ceras del espermaceti del cachalote, que contribuyen a la flotabilidad y a la ecolocalización.
En el zooplancton polar, las ceras son la principal forma de reserva energética.
Las ceras se han usado mucho industrialmente, en aplicaciones farmacéuticas, cosméticas o en otras industrias. Dentro de la más ustilizadas están la cera de abejas, la cera carnauba y el aceite de jojoba.
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